En la edición de hoy de Infobae en Vivo, el columnista Emmanuel Ferrario abordó el crecimiento del concepto de «familia multiespecie» en los centros urbanos y la necesidad de adaptar, por ejemplo, el transporte público para viajar con perros.
El auge de las mascotas como parte de la familia
«Ocho de cada diez argentinos vive con un perro o un gato», destacó Ferrario en su columna Amores Perros. Según datos recientes, el 75% de los argentinos considera a su mascota como un «perrhijo», y un 94% la ve como parte de su familia.
«Vengo a defender que cualquier perro pueda viajar en el transporte público», afirmó Ferrario, docente universitario de economía del comportamiento y legislador porteño, poniendo sobre la mesa un debate global sobre la integración de los animales en la vida urbana cotidiana.
Transporte público y regulaciones internacionales
En varias ciudades del mundo ya existen regulaciones específicas para permitir el traslado de perros en transporte público. Madrid autoriza su viaje con correa y bozal en el último vagón fuera del horario pico, París aplica tarifas según el tamaño del animal, Londres permite su ingreso con correa y bozal, y Estocolmo impone restricciones a perros potencialmente peligrosos.
En la Ciudad de Buenos Aires, las normas son más restrictivas: solo pueden viajar en el subte los sábados desde el mediodía, los domingos y feriados, y está prohibido en colectivos. Para Ferrario, esto dificulta la vida en la ciudad para los dueños de mascotas. «Más del 40% de los hogares de la ciudad tiene un perro o un gato. Hay 861.000 perros y gatos en Buenos Aires», citó basándose en datos oficiales.
Un vínculo milenario
Ferrario enfatizó que la relación entre humanos y perros es histórica. «El vínculo con los perros antecede a la agricultura», afirmó, citando una investigación de la Universidad de Penn. Mencionó un hallazgo arqueológico en Bonn, Alemania, donde se descubrieron restos humanos enterrados junto a perros de hace 14.000 años, lo que sugiere una relación de cuidado mutuo.
La conexión entre dueños y mascotas también tiene fundamentos científicos. «Un estudio publicado en Science en 2015 demostró que cuando una persona mira a los ojos a su perro, ambos liberan oxitocina, la hormona del amor», explicó Ferrario, reforzando la idea de que el lazo afectivo con los animales no es solo emocional, sino también biológico.
Responsabilidad y convivencia
Más allá del afecto, Ferrario destacó la responsabilidad de los dueños de mascotas. «Hay que levantar la caca del perro, pasearlo con correa, cuidar que no se pierda. Es una responsabilidad», enfatizó. En países como Italia y Málaga, existen registros de ADN canino para sancionar a quienes no recojan los excrementos. En Singapur, se requiere una licencia para ser tutor de un perro, mientras que en Madrid es obligatorio realizar un curso y contar con un seguro de responsabilidad civil.
En Estados Unidos, el reconocimiento de los perros en la vida familiar ha llegado incluso a los actos civiles. En 29 estados, las mascotas pueden ser testigos en ceremonias de casamiento, reflejando su rol central en muchos vínculos afectivos. «Ponen la patita como firma», comentó Ferrario en tono anecdótico.
Hacia una ciudad más pet-friendly
Ferrario cerró su exposición destacando el trabajo de organizaciones como Zaguates Callejeros, dedicadas al rescate y adopción responsable. «Es clave entender que tener un perro implica derechos, pero también obligaciones», concluyó.
El debate está abierto: en un país donde la mayoría de la población considera a sus mascotas parte de la familia, ¿es momento de adaptar las normas urbanas para incluirlos en la vida cotidiana?