A horas de que el Poder Ejecutivo formalice el llamado a sesiones extraordinarias, el Gobierno afina su estrategia política para avanzar con el nuevo proyecto de reforma laboral, una de las iniciativas más sensibles del paquete de cambios que buscará tratar en el Congreso entre diciembre y febrero. Aunque en la Casa Rosada predomina el optimismo por conseguir los votos, persiste la duda sobre cómo encarar el vínculo con la CGT, que ya anticipa un diciembre de alta conflictividad.
El envío del proyecto y el rol de la mesa política
El texto preliminar de la reforma, que en sus últimas versiones superaba los 150 artículos, fue entregado el lunes a Martín Menem, Patricia Bullrich y Manuel Adorni en una reunión de la mesa política presidencial. La letra chica se conocerá desde el 9 de diciembre, fecha diseñada inicialmente para el encuentro final del Consejo de Mayo, donde participan referentes sindicales como Gerardo Martínez (UOCRA).
Desde ese ámbito, Martínez ya transmitió a Santiago Caputo y al ministro del Interior, Diego Santilli, que la CGT no respalda el proyecto tal como está y que considera imprescindible una convocatoria formal desde la Casa Rosada para discutir artículos clave.
Dudas sobre una convocatoria a la CGT
En el oficialismo no descartan que ese llamado se concrete la próxima semana, aunque admiten que hay condicionantes. Uno de ellos es el papel que tomará Patricia Bullrich, quien sumará protagonismo como interlocutora principal en las negociaciones legislativas del Senado. En su entorno no ven con buenos ojos que se avancen cambios en el articulado sin su supervisión.
Bullrich expresó públicamente su confianza en que la reforma logrará media sanción en la Cámara alta:
“Nosotros somos una mayoría importante en el Senado y vamos a sacar todas las leyes que el Ejecutivo está mandando”.
Y agregó que la prioridad es aprobar la reforma laboral y el Presupuesto.
Tras las elecciones, La Libertad Avanza pasó de 6 a 20 bancas en el Senado, un salto que fortalece su posición para el primer tramo del debate.
Un Senado áspero como primer filtro
Fuentes legislativas admiten que el trámite inicial en el Senado será el más complejo, ya que moldeará el texto que luego deberá analizar Diputados. En el oficialismo prevén que el debate podría extenderse hasta febrero, aunque el Presidente pidió acelerar los tiempos para aprovechar la ventana política y enviar señales al mercado antes de avanzar con la reforma tributaria.
La estrategia, según Bullrich, será concentrarse en los bloques con voluntad reformista:
“No necesitás que te voten los que piensan totalmente distinto. Tenés que juntar a los que piensan similar”.
La CGT, entre la preocupación y la posibilidad de medidas de fuerza
Mientras tanto, la CGT sigue sin recibir una convocatoria formal y evalúa su propia hoja de ruta. Con asistencia de diputados de origen sindical y abogados de la central, prepara una contrapropuesta que modifica el borrador del Ejecutivo e incorpora sugerencias propias.
En la central advierten que el clima social será tenso, en un contexto de crisis en varias empresas y un proyecto que, aseguran, no fue discutido con los gremios. El Consejo Directivo podría reunirse la próxima semana para definir su postura.
Si el Gobierno no abre el diálogo y aumentan los conflictos laborales, la CGT no descarta convocar a una medida de fuerza. En el oficialismo, sin embargo, minimizan el posible impacto político:
“Nos estarían haciendo un favor. Cada vez que ellos mueven un pelo, a nosotros nos sube la intención de voto”, afirmó un funcionario cercano a la Casa Rosada.






