Las famosas “chorilentas” son mucho más que un embutido de emergencia: una protesta por falta de recursos. Nacieron como una alternativa para brindarles respuesta a las necesidades de los vecinos de los barrios carenciados, pero son un grito frente a la injusticia social argentina.
El comedor Un Sol, de Granadero Baigorria, empezó a fabrican los chorizos de polenta y trozos de carne. El comedor Madres Unidas, de la cercana Rosario lo siguió, pero la historia nació hace muchos años. “Esto no es para comer, sino una protesta por falta de recursos”, aseguró Ana María, responsable de esta última entidad comunitaria, en diálogo con Telenoche Rosario, con la intención de captar la atención de la sociedad y del Gobierno Nacional, para recibir las donaciones requeridas para superar la crisis económica.
Otro colaborador rosarino aseguró que “está teniendo repercusiones en todo el país porque es una problemática de todos los comedores” y que, más que menú, “es una protesta pacífica con un mensaje triste”. Walter Vallejos, referente del espacio, fue más atrás: recordó que la chorilenta surgió en la crisis de principios de siglo en el comedor Los Gatos, en la zona sur de Rosario. Actualmente, dijo, “es una parte representativa para protestar. A los chicos se les hace guiso, menudos y arroz”.
Así y todo, la comida no les alcanza para cubrir las 500 raciones diarias, por lo que piden donaciones de alimentos, utensilios y también juguetes para los chicos. Los que deseen aportar a esta causa contra el hambre de millones de niños, que desgarra a todo el país y demanda escasa atención de organismos oficiales, pueden comunicarse a 0341-3010454.