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Furiosas Tormentas: Un Fenómeno Climático que Golpea a Bahía Blanca y a la Argentina

La tarde del 2 de febrero de 2025 fue una de esas que quedará grabada en la memoria de los habitantes de Bahía Blanca. El cielo, que minutos antes había sido un lienzo azul claro, se tornó oscuro y ominoso, presagiando lo que se avecinaba: una tormenta de granizo y viento que azotó la ciudad en cuestión de minutos.
La violencia de la naturaleza se hizo sentir con una intensidad aterradora. Granizo del tamaño de cantos rodados comenzó a caer de manera torrencial, convirtiendo calles, veredas y jardines en campos de batalla cubiertos de hielo. A la par, el viento desatado derribaba árboles centenarios, arrancaba techos y causaba cortes de electricidad que sumían a varios barrios en la oscuridad. La furia de la tormenta no hizo distinciones, afectando tanto a vehículos como a viviendas, y sumiendo a los vecinos en una sensación de vulnerabilidad total.
Los testimonios de los habitantes hablan de un caos total. La caída de árboles no solo bloqueó las calles, sino que dejó un saldo de autos destrozados, como el caso de una camioneta en 25 de Mayo al 100, que sufrió el impacto directo de un árbol. “Fue un estruendo tan fuerte que pensamos que era un terremoto”, relató una vecina de la zona.
La tormenta, que comenzó alrededor de las 15:20, fue precedida por un alerta amarillo del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), que anticipó ráfagas intensas, caída de granizo y tormentas eléctricas. Sin embargo, la magnitud de los daños sorprendió a propios y extraños. Bahía Blanca no solo enfrentó la furia de la naturaleza, sino también el desafío de la imposibilidad de anticipar con precisión el alcance del fenómeno.
Este violento episodio de granizo no es un hecho aislado. En los últimos años, Argentina ha sido testigo de fenómenos meteorológicos extremos, que parecen volverse más frecuentes y severos. En 2023, por ejemplo, una tormenta de granizo similar afectó a varias provincias del centro y norte del país, provocando una devastación en cultivos y hogares. Las fuertes ráfagas de viento también fueron protagonistas en el sur, especialmente en Chubut y Santa Cruz, donde las ráfagas alcanzaron los 90 km/h, dejando un rastro de daños materiales y personas afectadas.

Más allá de las tormentas de granizo, otro fenómeno preocupante ha sido el calor extremo que afecta a gran parte del territorio argentino. Este verano, 17 provincias estuvieron bajo alerta debido a temperaturas que alcanzaron los 39 grados en algunas regiones. Un calor insoportable que, junto con las tormentas repentinas, forma una mezcla explosiva en el clima del país. El SMN ha emitido alertas de riesgo para la salud en varias zonas, con temperaturas que afectan especialmente a los sectores más vulnerables, como niños, ancianos y personas con enfermedades preexistentes.
Mientras Bahía Blanca lucha con los efectos de esta tormenta, gran parte del país enfrenta un calor infernal que parece incontrolable. Según el SMN, en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), las temperaturas rondarán los 38 grados, lo que aumenta el riesgo de incendios y complicaciones en la salud pública. La fluctuación extrema del clima genera un desconcierto generalizado: tormentas repentinas y calor abrasante, que nunca parecen dar tregua.
Comparando este evento con otras tormentas recientes, la de Bahía Blanca se ubica en la misma línea de fenómenos que han causado grandes daños materiales. Sin ir más lejos, la tormenta de granizo de diciembre de 2019 en la ciudad de Rosario, que dejó daños cuantiosos en techos, autos y comercios, mostró una similitud en cuanto a la magnitud del fenómeno, aunque el granizo en esta última ocasión no alcanzó el tamaño de las piedras que se vieron en Bahía Blanca. Sin embargo, ambas tormentas compartieron un patrón de inusitada velocidad y violencia.
Por otro lado, en el contexto de fenómenos meteorológicos más complejos, los incendios forestales y la sequía también han sido responsables de miles de millones de pesos en pérdidas económicas. La combinación de calor extremo, tormentas descontroladas y sequías severas está forjando un nuevo panorama climático en Argentina, que plantea desafíos cada vez mayores para las autoridades y la población.
La pregunta que se instala con urgencia es si estamos ante un cambio climático irreversible o si estos eventos extremos son solo una fase más de un fenómeno natural. Científicos y expertos han comenzado a alertar sobre las consecuencias de un clima más impredecible, en el que las tormentas severas se alternan con olas de calor extremo, creando condiciones cada vez más peligrosas tanto para la salud humana como para la infraestructura del país.
Mientras tanto, en Bahía Blanca, los vecinos siguen lidiando con los restos de la tormenta. Los árboles caídos, los autos dañados y las calles anegadas son la huella visible de un domingo que parecía tranquilo, pero que rápidamente se transformó en un recuerdo angustiante de la fuerza imparable de la naturaleza. En este contexto de incertidumbre climática, lo único cierto es que la amenaza de fenómenos extremos sigue latente, y cada vez más personas se sienten a merced de un clima que no da señales de calma.

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