El duro revés para el elenco de Scaloni abrió muchos interrogantes. El largo invicto terminó en el momento menos pensado.

Luego de la goleada de Inglaterra, de las victorias de Ecuador y Países Bajos, lo de Argentina parecía un trámite. Mucho más, cuando el árbitro cobró un penal de VAR a los 9 minutos, que Messi cambió por gol.

Tres veces más, sí, tres, hubo celebración, pero esta vez el VAR, y, en un caso, erróneamente, cortaron el grito. Daba la impresión de que el elenco albiceleste tenía todo resuelto, aun sin apabullar al rival. La pelota circulaba, las líneas avanzaban y desde tres cuartos de campo partía algún pelotazo buscando el pique de un compañero. Arabia: ausente.

No sabemos qué pasó en el vestuario, pero todo cambió en la segunda parte. Esa flojedad argentina se trocó por impotencia cuando, entre los tres y los diez minutos, en las únicas dos llegadas, los asiáticos anotaron dos tantos. Golazos, pero con responsabilidad de los defensores y, yendo más allá, de los delanteros perdiendo pelotas fáciles.

Toda esta segunda etapa fue la peor de la historia Scaloni. Y dejó enormes dudas para los próximos dos cotejos. ¿Qué Argentino fue a este Mundial? ¿La campeona de América o la que, en palabras de Messi, “nunca fuimos mejor que los demás”? ¿Cómo se gana una copa continental sin ser los mejores?

Argentina no funcionó colectivamente, pero tampoco aparecieron esos jugadores que pueden desequilibrar por sí solos. Salvo Di María, el resto anduvo muy por debajo de su nivel. La prueba la dan los muchos cambios que hizo el técnico, incluso, tres juntos, a los 13 del segundo tiempo. Scaloni, claramente, no encontró lo que había planificado. Y eso preocupa.

En segundo turno, México empató contra Polonia, gracias a que su arquero Ochoa (37 años) le atajó un penal a Lewandowski. El resultado es bueno para Argentina, pues quedó a un punto de ser segunda y no enfrentó a los citados rivales. Obviamente, el sábado a las 16 debe ganar. Todos lo esperamos.