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Murió Ronald Scott a los 107 años: el piloto argentino que luchó contra los nazis y volvió a su barrio de Devoto

Fue uno de los pocos argentinos que se alistó voluntariamente en la marina británica para combatir a Hitler durante la Segunda Guerra Mundial. Vivió más de un siglo, piloteó Spitfires y volvió a casa para siempre.

Ronald David Scott murió este miércoles a los 107 años en el hogar de ancianos de la Asociación de Beneficencia Británica y Norteamericana, ubicado en Villa Devoto, el mismo barrio porteño donde había nacido el 20 de octubre de 1917. Su historia es la de un joven argentino que, en plena Segunda Guerra Mundial, decidió cruzar el océano para combatir al nazismo como piloto naval de la Royal Navy británica. Y aunque solo vivió cuatro años en Inglaterra, su legado quedó grabado en la historia de la aviación militar.

De un encuentro con la realeza al cielo europeo

Su vida cambió cuando, a los 14 años, conoció al Príncipe Eduardo (futuro rey Eduardo VIII) durante una visita a Buenos Aires. Fue en el club Hurlingham, en 1931. El joven Ronald le alcanzó una tónica con limón y quedó fascinado con el portaaviones HMS Eagle, donde fue invitado por la embajada británica.

Aquella chispa despertó en él una admiración que años después se transformaría en acción: en 1942, en medio de la guerra, se presentó como voluntario en la embajada británica para alistarse en la Marina Real. «Quería ser piloto naval. Me gustaba la atmósfera a bordo», contó alguna vez.

El piloto argentino que voló Spitfires

Tras pasar por Inglaterra y Canadá, Scott se graduó como Sub Lieutenant el 16 de junio de 1944. Luego voló aviones de guerra como el legendario Supermarine Spitfire, símbolo de la resistencia aérea británica. Participó en misiones de reconocimiento y entrenamiento para mejorar la puntería de los pilotos aliados.

«Volar un Spitfire era tocar el cielo con las manos», solía decir. Su descripción del primer vuelo quedó registrada en el libro Alas para la Victoria del historiador Claudio Meunier: “La adrenalina se apoderó de mi cuerpo. Era bestial, inigualable”.

Aunque no participó directamente en combates, tuvo momentos límite. En una ocasión, su avión perdió potencia en pleno entrenamiento sobre el mar. «Estar al filo de la muerte viene bien como experiencia», dijo con ironía.

El regreso y una vida en el aire

Cuando Alemania se rindió el 8 de mayo de 1945, Scott estaba descargando un tren en Belfast. La noticia lo encontró trabajando. «Todo el mundo salió a festejar. El primero que tenías cerca, lo chapabas», recordaba con humor.

Volvió a la Argentina en diciembre de 1946 y decidió dejar atrás la carrera militar. “Mi propósito era vencer a Hitler. Lo demás no me interesaba”, decía.

Ya en Buenos Aires, trabajó en una empresa textil, pero pronto siguió su vocación de volar: fue piloto de Aeroposta Argentina y luego de Aerolíneas Argentinas, donde comandó los míticos DC-3, Comet 4 y Boeing 737. Fundó el sindicato APLA y acumuló más de 23.000 horas de vuelo antes de jubilarse en 1978.

Una vida de película

Se casó con Marian en 1950 y tuvo dos hijos, Rogelio y Davis. En sus últimos años, volvió a Villa Devoto, donde pedaleaba en bicicleta y jugaba a las bochas con más de cien años encima.

En 2021, su vida fue retratada en el documental «Buena onda: The Tale of Ronny Scott», producido en el Reino Unido. Ese mismo año fue reconocido como el piloto más longevo que participó en la Segunda Guerra Mundial.

Ronald Scott fue más que un piloto: fue un testigo del siglo, un defensor de la libertad y un vecino de barrio que, después de enfrentar al horror, eligió regresar a una tierra de “gente buena”.

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