El peronismo celebró en otro domingo de votaciones -en un año electoral extenso y fatigoso- victorias previsibles que confirmaron una tendencia: los oficialismos provinciales ganan, mientras la imagen del gobierno nacional cae empujado por la inflación y la inestabilidad.
En Salta, donde triunfó Gustavo Sáenz; La Pampa, que reeligió a Sergio Ziliotto; y Tierra del Fuego, donde arrasó Gustavo Melella, estuvieron habilitados para votar cerca de 1.500.000 personas, 4,30% del padrón nacional.
El gobernador Gustavo Sáenz le sacó más de 30 puntos a su retador de Juntos por el Cambio, Miguel Nanni, que quedó segundo, a un punto solamente del peronista Emiliano Estrada. Si bien quedó lejos del 62% de hace cuatro años, logró mantener una fuerte diferencia con sus rivales y, sobre todo, consiguió que un dirigente de su riñón, Emiliano Durand, se imponga en la capital provincial.
En La Pampa, el gobernador Ziliotto logró una reelección por una ajustada diferencia de 5% ante el diputado Martín Berhongaray (UCR Evolución). El tercero, Juan Carlos Tierno, cosechó casi 7 por ciento, que hubiera alcanzado para destronar por primera vez al peronismo de esa provincia. Pese a la derrota, Juntos por el Cambio logró arrebatarle al oficialismo varias intendencias del interior y la oposición gobernará la mitad de las jurisdicciones: fue la mejor performance obtenida en los 40 años de democracia.
En Tierra del Fuego Gustavo Melella no sólo logró una victoria aplastante por una diferencia de más de 40 puntos frente a sus rivales de Juntos por el Cambio y los libertarios de Javier Milei. Pero el dato excluyente, también fue que el voto en blanco fue la verdadera segundo fuerza electoral, con cerca del 20%. De todos modos, en las elecciones fueguinas las distintas vertientes del oficialismo nacional -que en la provincia pertenecen a sector que rivalizan- se impusieron con holgura y en primera vuelta ante una oposición desarticulada y ensimismada en internas cruzadas.