Un tema muy serio en nuestro país y el mundo, puesto que un embarazo no planificado en niñas y adolescentes impacta en su salud física, psíquica y social, y probablemente conlleva en su origen desinformación y falta de libertad para la toma de decisiones y, a veces, violencia sexual.
Según las estadísticas más recientes (2021) de la Dirección de Estadísticas e Información en Salud (DEIS), en 2019, 69.803 adolescentes de entre 15 y 19 años y 1.938 niñas menores de 15 años tuvieron un hijo o una hija: representa el 11,5 % de los nacimientos anuales en Argentina. El informe de la doctora Cecilia Ce, sigue indicando que si bien disminuyó en un 20 % con relación al 2016, esta reducción se registró en los embarazos adolescentes de 15 a 18 años, pero se mantuvo en los de menores de 15 años. Por su parte, el Sistema Informático Perinatal (SIP), que releva el 80 % de las maternidades públicas del país, indica que el 29 % de las adolescentes tuvo un hijo por segunda o tercera vez antes de los 20 años.
Las complicaciones durante el embarazo y el parto son la segunda causa de muerte entre jóvenes de 15 a 19 años en todo el mundo. Los bebés de madres adolescentes se enfrentan a un riesgo superior de morir que los nacidos de mujeres de 20 a 24 años.
En 2011 la OMS publicó junto con el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) directrices para la prevención de los embarazos precoces y sus consecuencias con seis objetivos principales que los países podrían adoptar:
• Reducir el número de matrimonios antes de los 18 años
• Fomentar comprensión y apoyo a fin de reducir el número de embarazos antes de los 20 años
• Aumentar el uso de anticonceptivos por parte de los y las adolescentes a fin de evitar el riesgo de embarazo involuntario.
• Reducir las relaciones sexuales forzadas entre las adolescentes
• Reducir los abortos peligrosos entre las adolescentes
• Incrementar el uso de servicios especializados de atención prenatal, en el parto y posnatal por parte de las adolescentes.
Hoy, 26 de septiembre, se recuerda a este grupo de riesgo y, en muchas ONG y centros de asistencia sanitaria, se han llevado a cabo diferentes acciones para capacitar a niñas, adolescentes y familias para un mejor estilo de vida.