Lo afirmó un especialista en Iglesia Católica. Alberto Fernández sabe que el kirchnerismo lo ha abandonado.
Días atrás, el actual mandatario argentino celebró sus tres años en el cargo. Sin embargo, la fiesta no lo favoreció porque los principales referentes del kirchnerismo y varios de sus colaboradores cercanos no concurrieron.
Sergio Rubin, periodista especializado en temas de la Iglesia Católica en Argentina, contó que, cuando Fernández recibió a la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina, se quebró ante los obispos. Uno de ellos le preguntó con quién iba a pasar la Nochebuena y el presidente se limitó a decir que con su pareja y su pequeño hijo, mientras la emoción lo embargaba, producto del desgaste y la presión a la que lo somete la condena de su vicepresidenta y el desbarajuste del partido que lo llevó al poder.
Señala Rubin: “Por impericia, inoperancia, falta de apoyo de su vicepresidenta o las tres juntas, las cosas no le salieron a Alberto Fernández como hubiera deseado. Es cierto que la pandemia y la guerra en Ucrania lo complicaron, pero nunca quiso tener un plan para sacar al país de la crisis y en vez de buscar acuerdos con la oposición cedió a la estrategia de la confrontación de Cristina, más preocupada por las causas judiciales que la suerte del país.”
Según le confesaron al periodista, los obispos notaron el estado de ánimo del presidente, “porque casi no paraba de hablar y esto impedía que ellos pudieran introducir un bocadillo. Además, no hacía la más mínima autocrítica y, por caso, criticaba a los empresarios por la inflación y a los medios de comunicación por no reconocer sus supuestos logros.”
Los religiosos le expresaron a Fernández su preocupación por la tremenda pobreza en que está sumido el país: según datos del Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina, la pobreza alcanza al 43,1 % de la población y la indigencia, al 8,1 %, aunque, si se quitaran los planes sociales, rondarían el 50 % y el 20 %, respectivamente. Números de terror.
En un comunicado, informaron que también le manifestaron su inquietud por “el impacto negativo de la inflación en los sueldos de los trabajadores y trabajadoras, tanto de quienes tienen un empleo formal, informal o los que trabajan en la economía popular”. Y clamaron por paz y dignidad, es decir, no solo dar ayuda económica sino trabajo para jerarquizar el espíritu de los miles de pobres que hoy solo penden de un pequeño hilo.