Fueron tres años plagados de obstáculos: saltos en el tipo de cambio oficial, reinstauración del cepo cambiario, impuestos, percepciones y exclusiones en el dólar ahorro y torniquetes cada vez más extremos sobre las restricciones.
En todo ese camino, el dólar blue solo se fortaleció: fue la caja de resonancia de la tensión que se vivió en materia cambiaria en los últimos 36 meses y, muchas veces, casi la única alternativa a la que podían recurrir los argentinos que querían dolarizarse (porque es un mercado ilegal sin normas, claro está).
Entre el 31 de julio de 2018 y el 31 de julio último, el dólar blue saltó 534%, por arriba del dólar oficial, de la inflación y de otros bienes y servicios en el ojo de la tormenta de precios, como el asado y los alquileres. El tipo de cambio paralelo pasó de $28,45 a $180,5 (ayer incluso cerró por encima de ese valor). En cambio, la inflación en ese mismo período fue de 225%, el dólar minorista creció 501%, la carne aumentó 348% y un alquiler de un dos ambientes en la Ciudad, un 184%.
¿Qué pasó en el medio en este sendero alcista del blue?
A fines del primer cuatrimestre de 2018 comenzó la corrida cambiaria que tuvo varias olas y triplicó el valor del dólar. Esas oleadas redundaron en que en septiembre de 2019 volviera a instaurarse el cepo cambiario en la Argentina, luego de haberse removido en diciembre de 2015.
La gran máxima en el mercado cambiario argentino es la siguiente: cuando se pone un tapón en una cotización, florece otra. Las ansias dolarizadoras no se cortan simplemente con normas, porque lo que no se canaliza en el oficial va a parar al paralelo. Así, con cada nueva restricción, el blue siguió subiendo un poco más. Llegó a un récord en octubre de 2020, cuando alcanzó los $195, aunque luego recortó la suba hasta los $183 en los que cerró ayer.
“La dinámica del tipo de cambio paralelo desde 2018 hasta acá tiene varios capítulos. Primero, hasta las PASO de 2019, sin cepo, una dinámica similar al tipo de cambio oficial: shock externo, crisis cambiaria, programa con el Fondo Monetario fallido. Luego, un segundo programa a partir del cual se le logró encontrar un control un poco más claro (con los agregados monetarios y bandas de intervención en la política cambiarla)”, narra Francisco Mattig, analista de Consultatio.
Las PASO 2019 complicaron el panorama y más adelante llegó el “reperfilamiento” de la deuda en pesos y la necesidad de imponer controles de capitales, recuerda el economista. De ese modo, explica Mattig, “la dinámica del tipo de cambio paralelo se separó de la de cotización oficial”.
2020, en cambio, fue un año de pandemia. “Hasta marzo del año pasado no hubo grandes movimientos del dólar blue, pero cuando arrancó la cuarentena, el Gobierno salió a emitir y mucha de esa liquidez se fue al dólar. No había tasa de interés en pesos atractiva y se disparó la brecha. La salida de esa crisis fue con una mejora de la oferta de letras dollar linked para retirar pesos excedentes y un endurecimiento del cepo”, sigue Matías Rajnerman, economista jefe de Ecolatina.
“Así se generó una ‘brecha de la brecha’. Es la historia sin fin”, concluye Mattig.
¿Por qué el blue podría seguir aumentando?
De ahora en adelante, continúa Rajnerman, las elecciones traerán incertidumbre al mercado paralelo. “El blue está en valores históricamente caros: se parece al dólar de 2002 [luego de la salida de la convertibilidad] y casi que duplica al promedio del valor de 2018 y 2019 traído a precios de hoy, pero mientras haya incertidumbre y no existan buenos rendimientos en colocaciones en pesos habrá presiones cambiarias”, sentencia el economista.
Detrás de todo esto hay un problema de fondo, explica Juan Ignacio Paolicchi, analista de Empiria. “La suba del dólar se da en un contexto donde Argentina no puede encontrar un patrón de desarrollo claro y sostenible, lo que obliga siempre a corregir ‘por las malas’ y a ganar competitividad con un tipo de cambio más alto. El problema de fondo es que no puede generar oferta (por una dinámica exportadora pobre y por falta de acceso a los mercados de capitales) y la demanda de dólares en nuestro país es permanente, porque no se generan mecanismos que incentiven el ahorro en moneda local”, describe.
“Esta dinámica media perversa de escasez de oferta, exceso de demanda y un Estado que no te incentiva a quedarte en pesos es la tormenta perfecta”, cierra Paolicchi.