La situación parece muy difícil porque Argentina importa en invierno un 20 por ciento del consumo y podría tener que destinar más de 6.500 millones de dólares solo a la importación de gas natural licuado.
«El Gobierno puede garantizar que no va a faltar gas en invierno», aseguró la vocera presidencial Gabriela Cerruti. La frase sorprendió porque hace apenas 15 días el secretario de Energía, Darío Martínez, sostuvo en una nota enviada al ministro de Economía, Martín Guzmán, que el país está atraviesa una crisis energética y la suba de los precios internacionales por la guerra en Ucrania no ha hecho más que dificultar las cosas de cara al invierno. Cerrutti también expresó que “no hay en este momento todavía faltantes de gasoil”, pese a los cupos de venta de 15 litros por consumidor que vienen fijando las estaciones de servicio del interior del país.
Luego de asegurar que no va a faltar gas, la funcionaria relativizó su afirmación, tal vez porque se dio cuenta al rápidamente que había sido demasiado tajante sobre un tema en el que por ahora no hay demasiadas certezas. Cuando en la conferencia de prensa matutina le preguntaron si podía asegurar que la industria y los hogares no van a sufrir cortes en el suministro durante el próximo invierno, la vocera presidencial sostuvo que “el gobierno puede garantizar que no va a faltar gas en invierno” y luego agregó: “Digo esto y la realidad puede desmentirme porque siempre la realidad es la realidad. No sabíamos que iba a haber una guerra en Ucrania y está sucediendo y esto ha cambiado el escenario internacional, pero el gobierno está tomando todas las medidas necesarias para que no haya faltantes de gas y para que los precios internacionales no impacten en Argentina como están impactando en otros países”.
La vocera aseguró que uno de los motivos por los que no va a faltar gas en invierno es porque “ha crecido muchísimo en los últimos dos años la producción de gas en la Argentina”. Sin embargo, las propias estadísticas de la Secretaría de Energía desmienten esa información. En 2019 la producción bruta de gas natural fue de 135,2 millones de metros cúbicos diarios. En 2020, como consecuencia de la pandemia, cayó a 123,2 millones, un derrumbe de 8,8 por ciento, y en 2021 trepó a 124,1 millones, apenas un 0,7 por ciento más.
En los primeros dos meses del año sí se registró un crecimiento interanual significativo. En enero la producción de gas subió un 12 por ciento y en febrero un 10,5 por ciento, pero si se compara enero de 2022 con enero de 2019 la producción trepó apenas un 0,6 por ciento. A su vez, cuando se compara febrero de 2022 con febrero de 2019 se observa una caída de 6,1 por ciento.
Además, hay que tener en cuenta que, si la producción de gas creciera significativamente, como no vino ocurriendo durante los últimos dos años, igual existe una restricción en el sistema de transporte que impediría aprovechar esa mayor producción en los grandes centros urbanos. Darío Martínez lo advirtió en la nota que le envió a Guzmán cuando subrayó “la imperiosa necesidad de ejecutar obras fundamentales como el gasoducto presidente Néstor Kirchner, único camino para paliar la crisis energética en la que ya estamos inmersos por falta de infraestructura gasífera para evacuar la producción existente”.
La restricción en la producción y en el transporte es la que vuelve indispensable la importación de gas en invierno. El problema es que por la suba de precios esa importación se ha complicado de manera sustantiva. El gobierno importó el año pasado 56 cargamentos de Gas Natural Licuado a 8,33 dólares por millón de BTU promedio, lo que implicó un desembolso de 1100 millones de dólares. En estos días se aseguró 8 cargamentos para mayo y principios de junio y los pagó a un promedio de 39 dólares por millón de BTU con picos de 45 dólares. Eso significa que, si decide importar la misma cantidad de cargamentos que el año pasado terminaría desembolsando 6500 millones de dólares, casi un 500 por ciento más que en 2021. La incógnita es de dónde saldrán los dólares para pagar esa cuenta porque, a diferencia de lo que ocurre con los pesos, Argentina no los imprime.