En Avellaneda, una veintena de personas con camperas verdes con inscripciones del Sindicato de Camioneros ingresaron por la fuerza al predio de una empresa y golpearon al dueño de la firma y al personal de seguridad.
Todo pasó el día de la primavera. Un grupo de sindicalistas o, mejor dicho, matones, porque el sindicalismo no merece que se lo manche de esa forma, que responden al gremio liderado por Pablo Moyano ingresó por la fuerza a la empresa de transporte Milo y atacaron a golpes propietario en el estacionamiento.
Empleados y personal de seguridad privada que presta servicios fueron a ayudar al dueño de la empresa y también resultaron agredidos por estos matones que, no conformes, los amenazaron e insultaron. Seis trabajadores resultaron heridos. Entre ellos, una mujer (¿y los colectivos que las defienden?).
Los sindicalistas (con perdón de la palabra) se reagruparon cerca del portón de ingreso a la empresa Milo. Un móvil policial se acercó, pero debió pedir apoyo. Efectivos del Grupo Motorizado de Avellaneda arribó posteriormente e intentó contener a los exaltados.
La fiscal en turno ese día, Solange Cáceres, de la UFI descentralizada de Avellaneda, ordenó que se les tomara declaración testimonial a las personas agredidas y que sean revisadas por los médicos legistas de la policía para calificar las lesiones.
La Policía colocó en manos de la fiscalía los nombres y demás datos de los criminales. Sin embargo, hasta el mediodía de hoy lunes, los delincuentes persistían en las inmediaciones de la empresa Milo.
El hecho se suman a los continuos bloqueos a empresas que se ven perjudicadas por las prácticas extorsivas de los sindicatos ante la pasividad del Poder Ejecutivo, que debería intervenir a todos aquellos que, en lugar de representar a los trabajadores, derraman el verdadero odio, que va más allá de palabras. Pero, claro, el Estado está preocupado por la falta de figuritas del Mundial en Argentina.
